¡Hola de nuevo! Vuelvo por aquí
sin muchas novedades, no me ha salido curro de trabajadora social ni me han
dado ninguna beca de investigación… Pero sigo intentándolo pues la alternativa
de dejarse vencer por la desesperanza aunque está en las puertas aún no entra.
Estas semanas he desempolvado mis
apuntes de toda la carrera de Trabajo Social para poner los cimientos a mi buen
amigo el marco teórico de la tesis. Si tuviera que describir este proceso diría:
Desaprendiendo.
Al entrar en la carrera con 18 años no entendía el pasado, el mundo comenzó cuando yo nací y creía que el trabajo social había estado siempre ahí y que continuaría estando para siempre, sin embargo hubo un momento en el que me di cuenta de que las cosas tienen historia, ideas y reglas establecidas en medio de una gran maraña, entre ellas el Trabajo Social.
Tras leer varios apuntes creo que puedo decir que no tenía ninguna idea clara ¿Qué es el Trabajo Social? ¿Cuál es su objeto? ¿Sus fines? Se estudia la metodología de investigación social pero sin ninguna relación con la propia de la disciplina y los métodos por separado. Además se tocan estos temas vagamente, aún queda mucho por reflexionar y avanzar si queremos crear unos buenos cimientos para el Trabajo Social.
Una
definición general y simple que da la gente al Trabajo Social es que se atiende
a las personas con problemas. Los
medios de comunicación han ayudado a
esta valoración de la función del Trabajo Social que consiste en “normalizar” a
la gente. ¿Os chirría algo cómo a mí? El
significado de normalizar está claro: Reducirse a una norma estándar. Hay que tener en cuenta que el orden social domina
a las personas, nos condiciona para ser
dirigidos y controlados y tiene éxito,
ya que llegamos a participar
activamente en nuestra propia dominación, no necesariamente de buena gana sino
como algo que se da por supuesto. Es una característica inherente en nuestro
tiempo, ¿pero el trabajo social es una
herramienta de dominación? Puede serlo, las ciencias sociales pueden funcionar
para disciplinar y organizar a las personas, sirviendo a instituciones, actos y
discursos que tienen el poder, ni la razón ni la ciencia son necesariamente
progresistas. Por ello, estamos entre un
trabajo social que ayuda a la gente para
que se acomode al “status quo” como lanzamos
un desafío al mismo con el intento de provocar un cambio social; quizás me
puedo atrever a decir que es parte de la naturaleza del Trabajo Social actual.
Sin embargo
este debate pocas veces aparece en mis apuntes, para ser sincera pocos debates y
pensamientos propios al margen aparecen. Y aquí comienza una breve reflexión
personal sobre mis apuntes.
Los orígenes
del trabajo social no pueden ser
comprendidos desde una narración cronológica lineal de los datos y las
personalidades, copia y pega sin reflexión.
Esta historia ha de ser descubierta,
pero raro don
es tener la capacidad de abrir la mente del alumnado.
Se enseña el método como único referente,
probablemente el uso de él (artículo determinado masculino singular) no fuera
algo gratuito, y lo que se transmitió, es que existía un método único y propio
de la profesión, no había más que decir,
pero la educación no puede basarse
en instalar conocimientos, debe ser también escuela de vida, en lo único en que la profesora aventaja al
alumnado es que ella tiene que aprender mucho más todavía, pues tiene que saber
despertar su curiosidad.

Abrazar de nuevo teorías y ver
con nuevos ojos la historia del Trabajo Social es algo que me está llevando
esfuerzo pero que sin duda merece la pena, producir conocimiento y también práctica llevará a ese cambio en las
estructuras de poder. No se logra el cambio sin interiorizarlo, sino atreviéndonos.
Si el alumnado experimenta que es
posible a partir del intercambio con otras personas construir nuevas realidades
alternativas interiorizará los conocimientos. Empatía, comprensión, creatividad dejarán de ser palabras que se
escriben en exámenes y comenzarán a tener vida ¿nos atrevemos? La comunidad
espera la respuesta.
Diego nun conocía la mar. El padre,
Santiago Kovadloff, llevar a afayala.
Viaxaron al sur.
Ella, la mar, taba más allá de los altos
médanos, esperando.
Cuando'l neñu y el so padre algamaron por
fin aquellos cumes de sable, dempués d'enforma caminar, la mar españó ante los
sos güeyos. Y foi tanta la inmensidá de la mar, y tantu la so reblaneda, que'l
neñu quedó mudu de fermosura.
Y cuando por fin consiguió falar,
tremeciendo, tatexando, pidió al so padre:
“¡Ayudar a mirar!”
—El Llibru de los Abrazos, Eduardo Galeano
Diego no conocía la mar. El padre,
Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos
médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por
fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante
sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño
quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar,
temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
“¡Ayúdame a mirar!”
—El Libro de los Abrazos, Eduardo Galeano